Los bebés no se ven a sí
mismos de forma buena o mala. No piensan: “¡Soy genial!” cuando sueltan un buen
eructo o “¡Oh, no, este pañal hace que mis piernas se vean raras!”. Más bien,
las personas cercanas al bebé le ayudan a desarrollar su autoestima. ¿Cómo?
Animándole cuando aprende a gatear, caminar o hablar. A menudo, le dicen:
“¡Buen trabajo. Bien hecho!”. Cuando las personas cuidan bien de un bebé,
también les ayuda a sentirse amados y valiosos.
Cuando
los niños crecen, pueden tener un papel más importante en el desarrollo de su
autoestima. Los logros ―como conseguir buenas notas en un examen o formar parte
del equipo de fútbol estelar― son cosas de las que un niño puede sentirse
orgulloso, así como tener un buen sentido del humor o ser un buen amigo.
La
familia de un niño y otras personas de su entorno (como entrenadores,
compañeros de equipo y compañeros de clase) también pueden elevar su
autoestima. Pueden ayudar a un niño a aprender a hacer las cosas o a darse
cuenta de sus cualidades. Pueden creer en el niño y animarlo a volver a
intentar algo que no le salió bien la primera vez. Todo es parte de ese
aprendizaje que les hará verse a sí mismos de forma positiva, sentirse
orgullosos de lo que han hecho y seguros de que pueden hacer mucho más
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